El despego de Rapa Nui…

Marzo, luego de tres días de nubes y lluvia, por fin ha salido el sol en Rapa Nui. El calor es intenso y la humedad aplastante.

Sentada en Tahai, observo el mar, mientras escucho el zumbido del avión, que más tarde partirá rumbo a Tahiti.

Sentimientos encontrados vuelan en mi mente; nostalgia, recuerdos y la maldita incertidumbre de volver al continente sin saber qué nos prepará este año. El ruido del avión es como una bomba de tiempo, me recuerda que pronto seré yo quien lo aborde para dejar esta tierra. Siento que debo hacer  cosas; recorrer, salir, gritar, bailar, pero a la vez, sólo quiero “estar”, escuchar y observar a mi alrededor.

Anhelo que mi mente se lleve paisajes, aromas y sonidos de Rapa Nui. No quiero olvidar lo esencial de la vida, lo más profundo con lo que me he logrado conectar en este mágico lugar. Temo que la superficialidad y contaminación de Santiago anulen esta riqueza interior que me ha calado.

…Una nube tapa el sol, miro hacia el mar y escucho la tranquilidad de Tahai; un lugar muy especial y significativo para mí, pues aquí me he conectado con lo más profundo de mi alma, he reflexionado y analizado cosas que jamás haría en otro lugar.

La puesta de sol se acerca, ansío verla, los turistas llegan como hormigas con grandes cámaras para captar el  momento.

… Dejaré el lápiz y papel, pues, sólo quiero admirarla. La bola de fuego se esconde tras los moais y el horizonte; la luz se apaga y comienzo a sentir el “despego” de Rapa Nui.